El caucho (o hule) está en muchos de los objetos que podemos ver en casa, la escuela, el trabajo, en la calle, etcétera; es un material omnipresente en la actualidad, pues sin él, aspectos como la movilidad o la conservación de los alimentos sería casi imposible.
Vaya, sin el hule, no te llegaría el internet con el que navegas, el transporte sería excesivamente caro e impensable, sin mencionar que las cocinas serían una zona de peligro, pues los electrodomésticos que hay allí necesitan de este material para funcionar y no explotar en el intento.
Esto se debe a que es increíblemente versátil, maleable y su composición química puede manipularse, creando derivados perfectos para adaptarse a la conductividad eléctrica, al calor, al aire, a la temperatura y al agua.
No todos los materiales con los que se fabrican los electrodomésticos cuentan con estas bondades, por ejemplo, el metal de la estufa o de la lavadora, aunque es resistente al calor, transmite esa energía a su interior, y si llega a altas temperaturas genera cortos circuitos con los componentes eléctricos, causando desde pequeñas fallas hasta explosiones peligrosas.
Algo similar pasa con el plástico, aunque resiste la carga eléctrica, suele derretirse o modificar su estructura física con el calor, cuando esto sucede invade a otras piezas cercanas o crea alteraciones en la conductividad de algunos aparatos, por ejemplo, en el caso de los microondas o computadoras.
Sin embargo, el caucho combate los principales riesgos en estos dispositivos, como la humedad (que oxida las piezas y causa cortos), la temperatura (la cual altera la forma física de los componentes y puede causar explosiones) o la intemperie (la cual suele gastar rápidamente las superficies).
El oro flexible del mundo
Estas diversas propiedades del hule, si bien son aprovechadas en la industria de los electrodomésticos a gran escala, son ventajas que han sido depuradas tras procesos que han llevado decenas y cientos de años.
Desde 1, 600 A.C. en Mesoamérica el hule se utilizaba para recubrir el calzado, hacer pelotas, cubrir heridas de guerra; después la invasión europea a América, la explotación del árbol Hevea brasiliensis (originario de la Amazonía) no fue muy grande, pues se limitaba a usarse como impermeabilizante de zapatos, gomas, o para cubrir libros.
Fue hasta 1850, después de la vulcanización de Charles Goodyear, que los empresarios empezaron a ver el hule como una fuente de negocio, llegando a invertir en investigación para crear su versión sintética.
Y ya con el boom del desarrollo tecnológico (posterior a la Primera y Segunda Guerra Mundial) que se empezaron a explotar las bondades del caucho a nivel industrial, ya que la nueva sociedad demandaba electrodomésticos duraderos, eficientes y de calidad. Por lo que sus componentes debían estar a la altura.
Versátil, pero también preciso
Hoy en día con el desarrollo de la ingeniería química, la planeación estratégica y la inversión en tecnologías se fabrican piezas de alta precisión y con propiedades específicas para todo terreno.
Por ejemplo, los aisladores de vibración, arandelas, grommets, plugs, tapones o juntas pueden estar fabricados con etileno propileno dieno, estireno butadieno, neopreno, nitrilo y una larga lista de combinaciones que se piensan desde su fabricación.
El proceso de planeación es de los más importantes, ya que de la amplia gama de productos de caucho que usan los electrodomésticos, se deben escoger los más idóneos para cada función.
Una estufa requiere componentes resistentes al calor, mientras que los refrigeradores usan caucho como aislamiento para mantener el calor afuera; no pueden usarse los mismos compuestos para ambas aplicaciones.
En Hultek hemos perfeccionado estas técnicas de refinamiento, planeación, modelaje y aplicación del hule desde 1981; estamos certificados bajo la Norma: ISO 9001:2015 y la norma IATF 16949 para entregar trabajo de calidad.
